viernes, 21 de octubre de 2016

LA HORCA

Estaba extremadamente triste, no podía más, miró a su alrededor y no tenía ni lo más mínimo, la más absolutamente nada, vio una cuerda y lo tuvo claro, la utilizaría para acabar con todo de una vez, no podía seguir aquí más. Tenía solo un problema, era tal la carencia en su vida que ni tenía donde colgar la cuerda, que odisea.
Rebuscó en sus bolsillos y solo encontró una semilla que fue el último regalo de su difunto padre... quizá era un mensaje, la utilizaría para platarla, y que de ahí fuera creciendo el arbol en el cual se ahorcaría, ese sería el sentido de lo que le quedara de vida.
Y así hizo, plantó la semilla y la regó, día tras día, eso sería su triste existencia, ver como crecía lentamente el árbol que le daría el final a su vida. Sentado frente a él, sus ojos clavados, observando cada milimetro de cambio, hasta que un día éste creció, era fuerte, era robusto, estaba preparado para hacer su función.
Colocó la cuerda y lo miró, una lagrima brotó, sintió algo que hacía demasiado que no sentía en su interior... cómo irse? tenía algo... formaba parte de algo, quitó la cuerda, se sentó... siguió mirando al árbol con una única diferencia... de su boca ahora una sonrisa apareció.







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